Comunicación Educación para el servicio de la sociedad

10.11.2008 18:56

 “La educación en su papel de integradora debe constituirse en centro y adalid de la diversidad, en punto de encuentro de talentos y ambiciones diversos, provenientes de todos los orígenes sociales…”

 Juan Felipe Gaviria

 

A través de la historia y de la evolución del ser humano han existido diferentes patrones y modelos educativos cuyo fin ha sido tratar de generar identidades, conceptos y bases sólidas para la conformación de sociedades. De otra parte, la comunicación en su proceso más puro ha permitido una interpretación del mundo y al mismo tiempo ha permitido sustentar el cómo se han situado en éste desde las más antiguas generaciones y culturas hasta las actuales. Es así como la comunicación y la educación inminentemente son campos que guían y desarrollan intelectual, cultural y personalmente, entre otros aspectos, a cada individuo.

Ambas hoy juegan un papel protagónico como fomentadoras de criterios frente a diversas problemáticas sociales: el madresolterismo, la drogadicción, el alcoholismo, la violencia urbana y rural, la homosexualidad, etc., ejemplos que hacen parte de una latente descomposición en las formas de vida de las personas y en lo que respecta a la convivencia entre éstas. Sin duda diferentes formas de vida se consolidan dentro de este contexto. Por ello, “la educación {y la comunicación} deben propiciar la confrontación entre personas de los más diversos orígenes…”[1]

Como menciona Antanas Mockus en el capítulo Gozarnos la productividad, en el texto “Una reflexión sobre Colombia desde la educación”; “…la educación ayuda a reconocer las identidades y las diferencias”, ayudando a ver en el otro a alguien con similitudes pero también polos opuestos, en este caso, su principal característica es la capacidad de aceptación y respeto para con los demás en diferentes circunstancias.

Por ejemplo, una de los grupos más golpeados por la falta de aceptación en las sociedades son las lesbianas, mujeres que aman a otras mujeres y que por ello reciben un gran rechazo en la sociedad, la problemática en la sociedad homosexual se debe, en su mayoría de veces, a la homofobia. Una actitud que tiene sus raíces desde “cuando se descubrió América, en el tránsito del siglo XVI al XVIII España y Portugal {donde} vivían su período de mayor intolerancia contra quienes practicaban el abominable y nefasto pecado de sodomía (homosexualidad)…”.[2] De esta manera se instalan decenas de Tribunales del Santo Oficio de la Inquisición declarándola un crimen tan grave como el homicidio y la traición a la patria. En América Latina tiene sus raíces en el machismo cuya ideología se basa en los tratados de teología moral de la época de la conquista.                                                                                               

Es en casos como estos donde la educación, en su sentido más pedagógico como lo es la escuela, debería entrar para formar visiones no sesgadas por la moral o la religión, la ley o la cultura y asumirse como lo que es, un ámbito creador de oportunidades, potenciadora del progreso individual y auspiciadora de equidades sociales.

Sin embargo, para grupos como el lgbt (lesbianas, gays, bisexuales y transgénero), el papel de la escuela es todo lo contrario. Para éstos “la violencia desde el discurso escolar se constituye en el motivador, en la justificación principal para una postura y discurso político”[3], es la educación su principal enemiga, de ella y de la cultura las personas se crean un imaginario recurrente. Frente a las lesbianas, verbigracia, todas son masculinas y “marimachas”, no cabe en la sociedad la idea de que éstas pueden ser femeninas.

 Finalmente, para Héctor Abad, en Una reflexión sobre Colombia desde la educación, “{ésta} es la búsqueda de las maneras mejores en que debe transmitirse y ampliarse toda esa memoria acumulada por la humanidad a través de los milenios de su historia.” Punto que desfavorece nuevamente a las minorías lésbicas, puesto que en la sociedad, desde los inicios de estas prácticas, se han condenado. De esta manera, el esfuerzo de la mujer homosexual es doble, primero por su lucha por ser reconocidas como sujetos sociales y segundo desde la auto-aceptación  de su preferencia sexual.



[1] GAVIRIA, Juan Felipe. Educación: complejidad y confrontación. En: Una reflexión sobre Colombia desde la educación. Sd. Pág. 11

[2] CORPORACIÓN EL OTRO. Reflexión y sensibilización contra los crímenes de odio. Medellín, Colombia. Imprenta Departamental de Antioquia. 2006. p. 25. 

[3] BERMUDEZ ANDRADE, Manuel José y otros. Homosexualidades. Medellín, Pregón Ltda.. 2005. p. 8.

 

 

—————

Volver